viernes, 17 de mayo de 2013

Incidencia de la cultura digital en la didáctica





Daysi Velásquez Aponte*


PRESENTACIÓN

Una mirada desde la educación hacia los  fenómenos sociales y juveniles que han marcado la sociedad contemporánea, da cuenta de  la incidencia de la veloz evolución de medios masivos y nuevas tecnologías de comunicación e información (TIC). Reta continuamente los procesos de enseñanza y aprendizaje que se ven inmersos en realidades tan complejas que exigen aportes desde todas las disciplinas, de modo que se comprendan y se aprovechen estos avances de la sociedad hipermediada en la que vivimos.

De tal modo,  las tecnologías de información y comunicación se pueden concebir como instrumentos que facilitan el acceso a la información como bien público, y a partir de estos la escuela debe aportar a la sociedad también nuevas formas de re-conocimiento, inclusión y reflexión con miras a lograr el permanente sueño de que podamos tener una sociedad equitativa y justa, unida a través de lazos de hermandad y solidaridad.

Es necesario entonces acercarnos al contexto actual de la didáctica en nuestra sociedad latinoamericana en la que se identifican: la cultura de los medios - mediática que domina los discursos instrumentales en el aula; la cultura virtual que propicia nuevos tipos de relación y nuevos lenguajes, algunos de ellos inexistentes para muchos docentes o invalidados en los contextos anquilosados y tecnofóbicos. Y la cultura digital como el mundo codificado, cifrado en  el código binario, que plantea una desconexión con lo análogo, obsoleto y arcaico de las primeras formas de tecnología. Cultura que se mira con sospecha, desde la escuela, por miedo a perder el papel protagónico del docente. Es preciso comprender aquí que estas tres culturas, contrario a lo que se interpreta desprevenidamente, comparten espacios, no se superponen y mejor aun, se complementan.


Modo de acercarnos a esta triada

En principio traeré la idea que el profesor Jorge Huergo (2000: 4)  expone en su ensayo incluido en el capítulo sobre las coordenadas entre comunicación y educación [1] cuando menciona la relación que sostienen estas dos ciencias como un territorio transversalizado – atravesado por: “las relaciones entre las instituciones educativas y los “horizontes culturales”,  la relación de la educación con los medios de comunicación y la que sostiene la educación con las nuevas tecnologías de información y comunicación”.

Este acercamiento no hace referencia ni a posturas tecnófilas, ni tecnofóbicas, que son excluyentes y contrapuestas, más bien plantea algunos elementos fundamentales dados principalmente por:

1)    El debate de la autonomía vs. la dependencia, referido a la inclusión de las tecnologías en la educación,

2)    La decisión de qué y cuáles tecnologías incorporar como medios de enseñanza (renovándola)

3)    La apropiación de las tecnologías desde horizontes pedagógicos (transformar la pedagogía tradicional)

4)    Conocimiento del ecosistema comunicacional hombre -  máquina (la duda y el conocimiento crítico)

5)    Enseñanza de conocimientos tecnológicos para acceder al caudal de información disponible.

Con estas cinco pautas como guía entonces haré alusión a las tres culturas que han modificado la didáctica, dada la eminente necesidad del dominio de nuevos lenguajes y el alto impacto de estos en la calidad de la educación tanto como en   la convivencia de los sujetos o actores de la tarea formativa quienes aportan a la resignificación cultural, es decir a los nuevos modos de ser y de estar en el mundo.


Cultura mediática

La globalización (parcial o total, como se quiera comprender) y sus múltiples efectos en todos los ámbitos de la cotidianidad actual, en especial en los procesos educativos, llama la atención de los profesionales que desde distintas áreas pretenden hacer aportes que transformen los sistemas educativos hacia una sociedad más humana, con procesos más apropiados y acordes con cada momento histórico y cada contexto sociocultural.

En esa línea es interesante examinar la cultura mediática no sólo como los medios (televisión, prensa, radio, cine, internet) insertados en el aula, sino como lenguajes que cumplen determinadas funciones en los procesos comunicativos, por lo tanto educativos y que a su vez movilizan y crean dinámicas que repercuten en la sociedad de modo complejo y trasformador. Comparto con Valerio Fuenzalida (2008): Desde el siglo XIX sabemos que las tecnologías transforman antropológicamente al hombre y su entorno; el neolítico no sólo transformó la agricultura, constituyó villas de sedentarización, y necesidad de nuevas relaciones políticas; también influyó en la concepción de la mujer como tierra madre, y en los símbolos de la religión.

Ahora bien, por su parte, los estudios sobre uso y consumo de medios que se vienen realizando en países de Latinoamérica y del mundo, hablan de jóvenes altamente conectados con la tecnología. Términos como la neociudadanía, la ciberciudadanía y la cibercultura, son ahora los apropiados para designar los comportamientos, las condiciones, los contextos, los discursos y las prácticas que producen y reproducen la gran variedad de subjetividades que componen el contexto educativo de hoy.

Estos estudios revelan que la internet, la radio, el teléfono celular, los videojuegos y la televisión acaparan la atención y el tiempo de los jóvenes, siendo internet el de mayor dedicación (9 horas en promedio), lo cual es leído desde la educación como tiempo “perdido” dedicado más al entretenimiento que a la formación integral por la que abogan los proyectos educativos, en todos los niveles de formación.

Citaré como ejemplo, el se estudio de casos, realizado por el Centro de Comunicación Educativa Audiovisual CEDAL (Velásquez: 2005), en el que se constata que ni los niños, ni los jóvenes son ingenuos. Por sus respuestas, la mayoría tienen posturas claras frente a lo que les gusta y lo que no. Es evidente que su pensamiento y actuar van de acuerdo con los valores familiares y con las responsabilidades y derechos que han aprendido en la escuela.

En esta dirección, David Buckingham (2006: 67) afirma: Los medios constituyen en este momento un entramado de redes muy amplias de poder social, económico e institucional, y es vital que los jóvenes comprendan las formas de actuar complejas y a veces contradictorias, que dichas redes tienen[2].

En el citado estudio de casos, los docentes expresaron su interés por apoyar sus clases en materiales audiovisuales como recursos didácticos a través de los cuales permitirían a los estudiantes acercarse “de otro modo” a conceptos vistos en clase, y para profundizar acostumbraban (aun acostumbran) poner como tarea a sus estudiantes, hacer un trabajo escrito sobre las ideas principales del video, o responder un cuestionario sobre temas tratados en periódico leído, o reproducir en casa o en clase mismo, el experimento que acababan de ver.

Sin embargo, tras largos debates sobre lo práctico, útil, pero sobre todo, pertinente de estas estrategias didácticas, de inclusión no sólo la televisión (y para ser más concretos, de producciones audiovisuales, videos, conferencias, capítulos de programas o películas), sino la prensa, la radio, el cine o el internet en la clase, la mayoría de estos maestros se consideraron decepcionados de que las capacidades de los estudiantes quedaran limitadas a la escasa información que los medios  les proporcionan.

Se constata en las evaluaciones que la superficial lectura de medios, básica, poco profunda, en general no lleva al logro de los objetivos propuestos o a la adquisición de la  competencia deseada, de este modo estos “otros modos” de enseñar ciertos conceptos se han vuelto poco atractivos para los docentes y más aun para los mismos estudiantes que consideran que “pierden clase” viendo  videos que coloquialmente llaman “porno”: por no dictar la clase.

Con esa preocupación, para algunos docentes la forma de contrarrestar estos efectos en principio negativos, desencadenó una serie de producciones escolares, radio, prensa, y televisión de la escuela aprovechando la creatividad de los jóvenes y su cercanía con la tecnología y así surgieron las primeras malas copias de los medios comerciales, reconstruidos al interior de la escuela, con equipos precarios y poco conocimiento del uso mismo, de la apropiación de esas herramientas mediáticas que tan piadosamente seguían.

A pesar de esto evidentemente muchas de estas fueron, y aun son, experiencias exitosas, estas en general se dan, como lo comentan los líderes de experiencias en medios escolares, gracias a una resignificación de sus roles como sujetos activos, protagonistas de nuevas formas de narrar y de comunicar en el espacio escolar.


Cultura virtual

Comprender la veloz y compleja cultura que subyace en estos días la existencia humana, con una mirada abierta, profunda y humanizadora, debería ser una tarea obligada para todos aquellos implicados en el quehacer educativo. Pareciera que la realidad escolar, específicamente la didáctica, estuviera desligada de esta “mutación” como podría calificar la virtualidad uno de los grandes autores sobre el tema: Pierre Levy.

Si bien es cierto que nunca como hoy se operan tantos cambios sociales a la vez en tan corto tiempo, también es cierto que hoy más que nunca la educación se está viendo rezagada en sus fundamentos más esenciales como la didáctica.

Desde los cinco ejes que hemos tomado del profesor Huergo examinemos pues esta cultura en la que está inmerso todo proceso educativo en nuestros días.

Traeré a colación la experiencia que desde Argentina lidera Alejandro Piscitelli, denominada: “Proyecto Facebook”, una experiencia de inclusión de las redes sociales al proceso formativo más que como una ayuda didáctica, como una excusa para repensar la relación docente - estudiante, profesor - alumno, discente – mediador, etc., cómo la queramos denominar.

En este proyecto se evidencia la necesidad de reflexionar el entorno comunicacional que se manifiesta en las comunidades conectadas virtualmente (inteligencias conectivas) y de otra parte,  se constata la urgencia de reconsiderar el rol del docente omnisapiente contrapuesto al estudiante ávido de saber que parece no poseer. Esta propuesta es impactante no sólo por la metodología propuesta por Piscitelli, sino por el empoderamiento de los estudiantes quienes conocedores de ese mundo virtual en el cual invierten cientos de horas, que refleja su comprensión desbordante de lo que es virtualidad.

Considero relevante compartir las palabras de Levy (1998: 13) con referencia a lo virtual: “Lo virtual no es, en modo alguno, lo opuesto a lo real, sino una forma de ser fecunda y potente que favorece los procesos de .creación, abre horizontes, cava pozos llenos de sentido bajo la superficialidad de la presencia física inmediata”.

Estos dos autores nos acercan a la necesidad de comprender la cultura virtual más allá de una sencilla inclusión de computadores con acceso a internet en el aula, o a la inversa, de la migración de información (documentos, talleres y tareas) a las aulas virtuales tan de moda en nuestros días.

Por el contrario, la transformación de la pedagogía exige distinguir: “Por  un lado, entre una virtualización en proceso de invención y, por el otro, sus caricaturas alienantes, cosificantes y descalificantes” es así entendida, un llamado a la humanización,  más que a la tecnificación.

La escuela está invitada a la configuración y aprovechamiento de manera seria y profunda de las redes de inteligencias colectivas que se evidencian y afloran en las redes sociales hoy, tanto como en los grupos sociales, tribus urbanas y subculturas que componen el tejido social sobre el que se constituye la educación actual.

La formación en este asunto de la cultura virtual ha de sobrepasar el tema de la infraestructura tecnológica, en el que se centran las experiencias y relaciones de consumo y poder (Castelss, 2000) no se debe limitar al manejo de las herramientas, ni a la configuración de grupos de estudio, es menester “actualizar” la escuela en términos de Levy, para que asuma a cabalidad los retos que le impone nuestra sociedad actual.


Cultura Digital

Retomando las dos precedentes, podría darse la idea de que la cultura digital es el “puente” si se permite el término, entre una y otra. Por un lado ha cualificado la producción mediática y en el ámbito educativo, digamos que más que tecnificar o computarizar los medios de la escuela y los que se introdujeron como ayudas didácticas, también ha facilitado el acceso a esa otra cultura, la virtual, a ese otro modo de ser o  de relacionarse que propone Levy. De esta manera la cultura digital ha marcado la tradición educativa, la didáctica con incidencias aparentemente evidentes, pero que en el fondo aun nos deja muchos retos.

“El clima intelectual, moral y cultural de un período de la historia, al que los alemanes llaman zeitgeist (Espíritu del tiempo), puede sintetizarse hoy en una frase: confusión en medio de un cambio de época. La sociedad pre-digital hizo evidente su agotamiento económico, social, ecológico, (geo) político, religioso, identitario y cultural. Nuestra “era digital”, revestida de buenos propósitos, presenta nuevas formas de organización, creación, comunicación, colaboración, producción y consumo. Y se ofrece como único futuro, no solo en tanto formato tecnológico, sino como modelo político, proyecto alternativo y senda colectiva para corregir los excesos del pasado (IV Congreso de la CiberSociedad, 2009)” (Cortés: 2010 s.e.)

Más allá de ser una cultura centrada en la tecnología, en la digitalización de procesos o relaciones, la cultura digital afecta directamente la forma como la educación puede o no preparar a las generaciones en curso, para la transformación constante de su entorno, para tomar decisiones ante situaciones inesperadas y con consecuencias a veces incalculables. Lamentablemente estamos en la lucha del poder, en medio del conflicto de interés de las grandes multinacionales ante el cual es poco lo que la educación tradicional parece poder hacer, a pesar de ello se debe formar a los migrantes digitales para que sepan aprovechar y participar activamente en esta cultura digital que es incipiente en nuestro país.

Digo ahora que es una cultura incipiente no sólo por las limitaciones de infraestructura por la que en todos los colegios se discute, sino por que no estamos formando más que para el uso de la herramienta y no para el aprovechamiento al máximo de la misma. Es más, los docentes no están formados para ello. En palabras de Alejandro Piscitelli, los migrantes digitales, escasamente alcanzamos a comprender la magnitud de las consecuencias que la cultura digital propone y por lo tanto, queremos limitar a los nativos digitales a los pocos conocimientos o avistamientos que hemos tenido.

Nuestra sociedad latinoamericana, muy torpemente ha salido de la cultura oral para pasar a la lecto escritural, a duras penas la conoció y de repente estaba en la era digital y en cada paradigma se ha definido un eje central en la docencia y en la praxis, por lo tanto en la didáctica, en este momento dicho eje es difuso. Nos centramos en la productividad, en la respuesta eficaz y eficiente  ante los  aprendizajes instrumentales, evaluamos capacidades y competencias relacionadas con el manejo adecuado de las herramientas, pero poco tienen estos jóvenes y niños sobre el procesamiento de la información y menos sobre la generación de conocimiento.

En la era de la información en consecuencia, estamos centrados en la acumulación de información, pero estamos lejos de lograr una comprensión más elevada sobre la complejidad del procesamiento de la misma y si bien el saber, el conocer y la información están ligados y son decisivos para el desarrollo social por el que apostamos desde la educación actual, la escuela sigue en mora de atender a esta tarea,

La realidad educativa demuestra que los jóvenes vivencian relaciones e interacciones a través de las redes sociales, (en primera instancia), el correo electrónico y la mensajería instantánea en celulares y por internet, que transforman sus modos de comunicar, de ser en relación. Internet es hoy para los jóvenes una forma de comunicación, se utiliza como una extensión de su relación entre pares y con la finalidad de mantenerse informados, básicamente sobre todo aquello que es parte de su vida social y cotidiana, afirma  María Teresa Quiroz, investigadora peruana.

Y continúa María Teresa enfatizando que estas actividades mantienen al joven en la constante expectativa por información que le provea actualidad, emoción e inmediatez, con las cuales se marca el resto de su cotidianidad. Se sienten satisfechos de poder acceder a la red y compartir estados de ánimo a distancia, expresar aquello que cara a cara no pueden decir, jugar con sus identidades.

Estas experiencias de los jóvenes en relación con la cultura digital, están ligadas estrechamente a relaciones de producción y consumo que la sociedad de la información ha preparado cuidadosamente para ellos, en sus configuraciones de espacio y tiempo que son distintas a las de la escuela enraizada en una estructura social que no se transforma y por el contrario limita estas prácticas.

La didáctica en la era digital tiene dos miradas indudables, la inmersión en la cultura digital de manera transparente en la que es connatural al proceso de enseñanza aprendizaje, que no es muy claro sobre cómo lograrse en varios contextos nacionales, y la segunda mirada es la “hipermediación” que se produce cuando todo el proceso gira entorno al uso y al disfrute de la tecnología, la preocupación se centra en la disponibilidad del recurso y cómo hacerlo evidente en el transcurso de cada clase, más no en la producción que de él se logre.

Falta que desde la didáctica se interpreten estas nuevas formas de relación – red, que se aprovechen y que se revelen como renovadas configuraciones de las redes que morfológicamente la sociedad (Castelss: 2000) ha mantenido de modo que robustecidas con las tic, sean capaces de asumir las complejas situaciones que se entretejen alrededor de la escuela, que superan la ficción y exigen un rol más protagónico de la escuela. Es pertinente resaltar este tiempo, más bien este reto como el más pertinente para asumir los cambios de paradigmas, reformular los anquilosados y anacrónicos modos de analizar las formas de enseñar, para realmente darle a la didáctica la oportunidad de acercar el conocimiento a los jóvenes de la era digital, en un momento en el que urge una respuesta desde la reflexión de la docencia que parece quedarse en la era analógica.

Consideremos pues saberes que surgen de experiencias rápidas y profundas aun en contra de nuestra tradición; que se dan en relaciones extra escolares, en procesos quizá considerables como avances científicos e importantes, aunque  bajo formatos no convencionales que cuentan con su propio lenguaje y que se caracterizan por la hipertextualidad, como saberes que parecen girar a modo de espirales donde no hay puntos de partida concretos, ni de llegada definitivos, es más, donde se observan puntos sucesivos casi ininteligibles a nuestra mente. En este mundo complejo y globalizado nada más obsoleto que la pobre concepción de enseñar conceptos y no formas de desarrollar conocimiento, la responsabilidad social de la educación en cuanto a la necesidad de producción intelectual de calidad, está comprometida con romper las viejas formas y hace más comprensibles las confusiones en las que surgen las nuevas formas del saber.

Durante las últimas décadas las TIC digitales han cambiado las maneras de relacionarnos, de ser, de estar en el mundo y por lo tanto, cambiaron profundamente las formas de enseñar y de aprender, de lo que se desprenden una serie de cambios que nos llevan a la necesidad de un desarrollo constante, a un cambio permanente de prácticas, de actitudes:

  • Necesitamos comprender que hay nuevas formas de acceder a la información y debemos aprender a procesarla para que nuestro cerebro la considere relevante o desechable.
  • Las herramientas digitales definen nuevas formas de procesar el pensamiento y por tanto otros discursos, lenguajes y formas de relación.
  • Muchos procesos de pensamiento que antes eran preocupación de la didáctica y la pedagogía, hoy han sido resueltos o apoyados por la tecnología facilitando el acceso y la inclusión en muchos aspectos de la vida escolar.
  • El saber-cómo (know-how) y el saber qué (know-what), son complementados por el saber-dónde (know-where), en tanto comprender dónde hallar el conocimiento requerido.
  • La Web permite el acceso a la información desde cualquier punto del planeta, llevando a considerar el acceso a internet como el acceso al conocimiento y se constata todos los días en las millonarias consultas a wikipedia.
  • Es inminente reconocer que la producción social de conocimiento está cambiando el eje tradicional de la escuela como lugar privilegiado del proceso enseñanza – aprendizaje, favoreciendo la educación no formal e informal y obligando a la escuela a una reflexión permanente sobre sus planteamientos y objetivos.
  • La velocidad de la obsolescencia tecnológica: (Ley de Moore), ha traído consigo la ley de fibra que indica que cada nueve meses (el doble de Moore), se duplica la capacidad de ampliar el ancho de banda de las fibras ópticas, lo que constituye la infraestructura elemental de la comunicación en red. A la que se suma la “ley del disco” según la que se establece que la capacidad de almacenamiento en un soporte físico se duplica cada 12 meses y se complementan estas con la “ley de la comunidad” o del contenido (en un contexto en que éste tiende a ser producido con base en colaboración), calcula que, cuando se elimina la distancia, el número de comunidades virtuales que pueden surgir es proporcional a 2 elevado a la cantidad de gente con acceso a la tecnología.

Ante estas actitudes que se nos pide sean renovadas, mejor, transformadas en la cultura digital, es necesario también establecer que estas leyes enunciadas son interactuantes no independientes y que en el mundo cambiante en el que estamos la didáctica no puede quedarse en replicar a través de nuevos aparatos, los mismos conocimientos, la realidad actual confronta la educación con la sociedad, en temas cada vez más álgidos y profundos, más complejos y urgentes ante los cuales tiene que dar una respuesta.


Para el cierre

El aprovechamiento de estos efectos de la cultura digital para fines comunes y más humanos, sumado a la inmensa capacidad de innovación, reflexión, crítica, creación, que los jóvenes les imprimen para darles vida, dan clara muestra de la magnitud que hoy toma cada idea potencializada a través de la  educación en medio de esta cultura mediática-virtual-digital en la que vivimos.

Resumiendo lo dicho, si la didáctica se queda en transmitir conceptos anquilosados, sin la dinámica  a la que la vida real nos somete, no se alcanzará ninguna meta educativa ni en el plan más tecnificado que se planee pues no pasará de ser una clase transmitida por otro formato distinto, sin vida, sin esperanza. Podría también considerar adaptarse y responder ante los retos que este cambio de época le exige y mejorar un poco pero el contexto actual exige cambios más profundos fundamentalmente en los contenidos y en la actualización de los mismos, un flujo permanente de información, análisis, crítica, creatividad y gestión de un conocimiento que comprenda la participación, la producción colectiva, las inteligencias conectivas como elementos claves en la educación pertinente que nos reclama la sociedad de hoy.

Son los jóvenes quienes, en medio de la cultura mediática, virtual, digital, globalizada y compleja, pueden comunicar y transformar la realidad que se muestra adversa en este cambio de época. Es desde una mirada de joven que se debe estudiar y comprender ese nuevo ser humano que se gesta en las instituciones educativas y desde esa misma vertiente es que los docentes debemos retarnos a responder a esta realidad hiper o multi mediática, transformante y transformadora.

Las inteligencias interconectadas, las iniciativas de trabajo global en red sin límites de tiempo ni espacio, la creación de nuevos lenguajes universales que superan barreras culturales que nos dividen  son muestra de lo que la educación  tiende a ser.  Aunque será en vano cualquier intento si, por un lado, no se rescata la posibilidad innata del ser humano de comunicar su esencia a los otros, y por otro, no se aprovecha el potencial creativo, innovador, crítico y, con seguridad, esperanzador, que hay en cada uno de los que hoy constituyen la población estudiantil en cualquiera de sus modalidades.

Ante el panorama descrito anteriormente es evidente que el ejercicio investigativo al que se llama al docente, obliga a una inmersión en experiencias multidimensionales que puedan ser aplicables en todo contexto, con miras al desarrollo de políticas educativas o planes nacionales de educación que aprovechen las múltiples bondades de las TIC sin perder de vista sus efectos colaterales, que reconozcan el valor de la docencia en cualquier ciclo de la formación del ser humano desde la educación preescolar y  primaria hasta la formación permanente y para toda la vida y que visualicen la comunicación como elemento primordial de  todo proceso educativo.


Bibliografía y cibergrafía

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Comunicadora social, magíster en docencia, coordinadora de la Red UNID, coordinadora de formación del Centro de Comunicación Educativa Audiovisual – CEDAL. Docente investigadora y editora de la revista Actualidades Pedagógicas de la Facultad de Educación de La Universidad de La Salle, Bogotá. Colombia daysi.velasquez@gmail.com
[1] Diré aquí que considero un documento relevante este conjunto de ensayos  editados por el profesor Carlos Eduardo Valderrama, para el DIUC, en el que participan autores internacionales muy representativos, entre ellos Jorge Huergo: Comunicación – Educación, coordenadas, abordajes y travesías.
[2] Buckingham, 2006: 67.  Citado por Hidalgo Jorge.  “Nuevas expresiones de ciudadanía en la Red: ciudadanía digital”. Aporte de GIRE en Ágora RIIAL.    http://www.riial.org/espacios/gire/gire02.php

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