Daysi Velásquez Aponte*
PRESENTACIÓN
Una mirada desde la educación hacia los fenómenos sociales y juveniles que han
marcado la sociedad contemporánea, da cuenta de
la incidencia de la veloz evolución de medios masivos y nuevas
tecnologías de comunicación e información (TIC). Reta continuamente los
procesos de enseñanza y aprendizaje que se ven inmersos en realidades tan
complejas que exigen aportes desde todas las disciplinas, de modo que se
comprendan y se aprovechen estos avances de la sociedad hipermediada en la que
vivimos.
De tal modo, las tecnologías de información y comunicación
se pueden concebir como instrumentos que facilitan el acceso a la información
como bien público, y a partir de estos la escuela debe aportar a la sociedad
también nuevas formas de re-conocimiento, inclusión y reflexión con miras a
lograr el permanente sueño de que podamos tener una sociedad equitativa y
justa, unida a través de lazos de hermandad y solidaridad.
Es necesario entonces acercarnos al contexto
actual de la didáctica en nuestra sociedad latinoamericana en la que se
identifican: la cultura de los medios - mediática
que domina los discursos instrumentales en el aula; la cultura virtual que propicia nuevos tipos de relación y nuevos
lenguajes, algunos de ellos inexistentes para muchos docentes o invalidados en
los contextos anquilosados y tecnofóbicos. Y la cultura digital como el mundo codificado, cifrado en el código binario, que plantea una
desconexión con lo análogo, obsoleto y arcaico de las primeras formas de
tecnología. Cultura que se mira con sospecha, desde la escuela, por miedo a
perder el papel protagónico del docente. Es preciso comprender aquí que estas
tres culturas, contrario a lo que se interpreta desprevenidamente, comparten
espacios, no se superponen y mejor aun, se complementan.
Modo
de acercarnos a esta triada
En principio traeré la idea que el profesor
Jorge Huergo (2000: 4) expone en su ensayo
incluido en el capítulo sobre las coordenadas entre comunicación y educación [1] cuando menciona la
relación que sostienen estas dos ciencias como un territorio transversalizado –
atravesado por: “las relaciones entre las instituciones educativas y los
“horizontes culturales”, la relación de
la educación con los medios de comunicación y la que sostiene la educación con
las nuevas tecnologías de información y comunicación”.
Este acercamiento no hace referencia ni a
posturas tecnófilas, ni tecnofóbicas, que son excluyentes y contrapuestas, más
bien plantea algunos elementos fundamentales dados principalmente por:
1)
El debate de la autonomía vs. la dependencia,
referido a la inclusión de las tecnologías en la educación,
2)
La decisión de qué y cuáles tecnologías incorporar
como medios de enseñanza (renovándola)
3)
La apropiación de las tecnologías desde horizontes
pedagógicos (transformar la pedagogía tradicional)
4)
Conocimiento del ecosistema comunicacional hombre
- máquina (la duda y el conocimiento
crítico)
5)
Enseñanza de conocimientos tecnológicos para acceder
al caudal de información disponible.
Con estas cinco pautas como guía entonces haré
alusión a las tres culturas que han modificado la didáctica, dada la eminente
necesidad del dominio de nuevos lenguajes y el alto impacto de estos en la
calidad de la educación tanto como en la convivencia de los sujetos o actores de la
tarea formativa quienes aportan a la resignificación cultural, es decir a los
nuevos modos de ser y de estar en el mundo.
Cultura
mediática
La globalización (parcial o total, como se quiera
comprender) y sus múltiples efectos en todos los ámbitos de la cotidianidad
actual, en especial en los procesos educativos, llama la atención de los
profesionales que desde distintas áreas pretenden hacer aportes que transformen
los sistemas educativos hacia una sociedad más humana, con procesos más
apropiados y acordes con cada momento histórico y cada contexto sociocultural.
En esa línea es interesante examinar la
cultura mediática no sólo como los medios (televisión, prensa, radio, cine,
internet) insertados en el aula, sino como lenguajes que cumplen determinadas
funciones en los procesos comunicativos, por lo tanto educativos y que a su vez
movilizan y crean dinámicas que repercuten en la sociedad de modo complejo y
trasformador. Comparto con Valerio Fuenzalida (2008): Desde el siglo XIX sabemos que las tecnologías transforman
antropológicamente al hombre y su entorno; el neolítico no sólo transformó la
agricultura, constituyó villas de sedentarización, y necesidad de nuevas
relaciones políticas; también influyó en la concepción de la mujer como tierra
madre, y en los símbolos de la religión.
Ahora bien, por su parte, los estudios
sobre uso y consumo de medios que se vienen realizando en países de
Latinoamérica y del mundo, hablan de jóvenes altamente conectados con la
tecnología. Términos como la neociudadanía, la ciberciudadanía y la
cibercultura, son ahora los apropiados para designar los comportamientos, las
condiciones, los contextos, los discursos y las prácticas que producen y
reproducen la gran variedad de subjetividades que componen el contexto
educativo de hoy.
Estos estudios revelan que la internet, la
radio, el teléfono celular, los videojuegos y la televisión acaparan la
atención y el tiempo de los jóvenes, siendo internet el de mayor dedicación (9
horas en promedio), lo cual es leído desde la educación como tiempo “perdido”
dedicado más al entretenimiento que a la formación integral por la que abogan
los proyectos educativos, en todos los niveles de formación.
Citaré como ejemplo, el se estudio de casos,
realizado por el Centro de Comunicación Educativa Audiovisual CEDAL (Velásquez:
2005), en el que se constata que ni los niños, ni los jóvenes son ingenuos. Por sus respuestas, la mayoría tienen
posturas claras frente a lo que les gusta y lo que no. Es evidente que su
pensamiento y actuar van de acuerdo con los valores familiares y con las
responsabilidades y derechos que han aprendido en la escuela.
En esta dirección, David Buckingham (2006: 67)
afirma: Los medios constituyen en este momento un entramado de redes muy
amplias de poder social, económico e institucional, y es vital que los jóvenes
comprendan las formas de actuar complejas y a veces contradictorias, que dichas
redes tienen[2].
En el citado estudio de casos, los docentes
expresaron su interés por apoyar sus clases en materiales audiovisuales como
recursos didácticos a través de los cuales permitirían a los estudiantes acercarse
“de otro modo” a conceptos vistos en clase, y para profundizar acostumbraban (aun
acostumbran) poner como tarea a sus estudiantes, hacer un trabajo escrito sobre
las ideas principales del video, o responder un cuestionario sobre temas
tratados en periódico leído, o reproducir en casa o en clase mismo, el
experimento que acababan de ver.
Sin embargo, tras largos debates sobre lo
práctico, útil, pero sobre todo, pertinente de estas estrategias didácticas, de
inclusión no sólo la televisión (y para ser más concretos, de producciones
audiovisuales, videos, conferencias, capítulos de programas o películas), sino
la prensa, la radio, el cine o el internet en la clase, la mayoría de estos
maestros se consideraron decepcionados de que las capacidades de los
estudiantes quedaran limitadas a la escasa información que los medios les proporcionan.
Se constata en las evaluaciones que la
superficial lectura de medios, básica, poco profunda, en general no lleva al
logro de los objetivos propuestos o a la adquisición de la competencia deseada, de este modo estos “otros
modos” de enseñar ciertos conceptos se han vuelto poco atractivos para los
docentes y más aun para los mismos estudiantes que consideran que “pierden
clase” viendo videos que coloquialmente
llaman “porno”: por no dictar la clase.
Con esa preocupación, para algunos docentes
la forma de contrarrestar estos efectos en principio negativos, desencadenó una
serie de producciones escolares, radio, prensa, y televisión de la escuela
aprovechando la creatividad de los jóvenes y su cercanía con la tecnología y
así surgieron las primeras malas copias de los medios comerciales,
reconstruidos al interior de la escuela, con equipos precarios y poco
conocimiento del uso mismo, de la apropiación de esas herramientas mediáticas
que tan piadosamente seguían.
A pesar de esto evidentemente muchas de estas
fueron, y aun son, experiencias exitosas, estas en general se dan, como lo
comentan los líderes de experiencias en medios escolares, gracias a una
resignificación de sus roles como sujetos activos, protagonistas de nuevas
formas de narrar y de comunicar en el espacio escolar.
Cultura
virtual
Comprender la veloz y compleja cultura que
subyace en estos días la existencia humana, con una mirada abierta, profunda y
humanizadora, debería ser una tarea obligada para todos aquellos implicados en
el quehacer educativo. Pareciera que la realidad escolar, específicamente la
didáctica, estuviera desligada de esta “mutación” como podría calificar la
virtualidad uno de los grandes autores sobre el tema: Pierre Levy.
Si bien es cierto que nunca como hoy se
operan tantos cambios sociales a la vez en tan corto tiempo, también es cierto
que hoy más que nunca la educación se está viendo rezagada en sus fundamentos
más esenciales como la didáctica.
Desde los cinco ejes que hemos tomado del
profesor Huergo examinemos pues esta cultura en la que está inmerso todo
proceso educativo en nuestros días.
Traeré a colación la experiencia que desde
Argentina lidera Alejandro Piscitelli, denominada: “Proyecto Facebook”, una
experiencia de inclusión de las redes sociales al proceso formativo más que
como una ayuda didáctica, como una excusa para repensar la relación docente -
estudiante, profesor - alumno, discente – mediador, etc., cómo la queramos
denominar.
En este proyecto se evidencia la necesidad de
reflexionar el entorno comunicacional que se manifiesta en las comunidades
conectadas virtualmente (inteligencias conectivas) y de otra parte, se constata la urgencia de reconsiderar el rol
del docente omnisapiente contrapuesto al estudiante ávido de saber que parece
no poseer. Esta propuesta es impactante no sólo por la metodología propuesta
por Piscitelli, sino por el empoderamiento de los estudiantes quienes
conocedores de ese mundo virtual en el cual invierten cientos de horas, que
refleja su comprensión desbordante de lo que es virtualidad.
Considero relevante compartir las palabras de
Levy (1998: 13) con referencia a lo virtual: “Lo virtual no es, en modo alguno,
lo opuesto a lo real, sino una forma de ser fecunda y potente que favorece los
procesos de .creación, abre horizontes, cava pozos llenos de sentido bajo la
superficialidad de la presencia física inmediata”.
Estos dos autores nos acercan a la necesidad
de comprender la cultura virtual más allá de una sencilla inclusión de
computadores con acceso a internet en el aula, o a la inversa, de la migración
de información (documentos, talleres y tareas) a las aulas virtuales tan de
moda en nuestros días.
Por el contrario, la transformación de la pedagogía exige distinguir:
“Por un lado, entre una virtualización
en proceso de invención y, por el otro, sus caricaturas alienantes,
cosificantes y descalificantes” es así entendida, un llamado a la humanización,
más que a la tecnificación.
La escuela está invitada a la configuración y aprovechamiento de manera
seria y profunda de las redes de inteligencias colectivas que se evidencian y
afloran en las redes sociales hoy, tanto como en los grupos sociales, tribus
urbanas y subculturas que componen el tejido social sobre el que se constituye
la educación actual.
La formación en este asunto de la cultura virtual ha de sobrepasar el
tema de la infraestructura tecnológica, en el que se centran las experiencias y
relaciones de consumo y poder (Castelss, 2000) no se debe limitar al manejo de
las herramientas, ni a la configuración de grupos de estudio, es menester
“actualizar” la escuela en términos de Levy, para que asuma a cabalidad los
retos que le impone nuestra sociedad actual.
Cultura
Digital
Retomando las dos precedentes, podría darse
la idea de que la cultura digital es el “puente” si se permite el término,
entre una y otra. Por un lado ha cualificado la producción mediática y en el
ámbito educativo, digamos que más que tecnificar o computarizar los medios de
la escuela y los que se introdujeron como ayudas didácticas, también ha
facilitado el acceso a esa otra cultura, la virtual, a ese otro modo de ser
o de relacionarse que propone Levy. De
esta manera la cultura digital ha marcado la tradición educativa, la didáctica
con incidencias aparentemente evidentes, pero que en el fondo aun nos deja
muchos retos.
“El clima intelectual, moral y cultural de un período de la historia, al
que los alemanes llaman zeitgeist
(Espíritu del tiempo), puede sintetizarse hoy en una frase: confusión en medio
de un cambio de época. La sociedad pre-digital hizo evidente su agotamiento
económico, social, ecológico, (geo) político, religioso, identitario y
cultural. Nuestra “era digital”, revestida de buenos propósitos, presenta
nuevas formas de organización, creación, comunicación, colaboración, producción
y consumo. Y se ofrece como único futuro, no solo en tanto formato tecnológico,
sino como modelo político, proyecto alternativo y senda colectiva para corregir
los excesos del pasado (IV Congreso de la CiberSociedad, 2009)” (Cortés: 2010
s.e.)
Más allá de ser una cultura centrada en la
tecnología, en la digitalización de procesos o relaciones, la cultura digital
afecta directamente la forma como la educación puede o no preparar a las
generaciones en curso, para la transformación constante de su entorno, para
tomar decisiones ante situaciones inesperadas y con consecuencias a veces
incalculables. Lamentablemente estamos en la lucha del poder, en medio del
conflicto de interés de las grandes multinacionales ante el cual es poco lo que
la educación tradicional parece poder hacer, a pesar de ello se debe formar a
los migrantes digitales para que sepan aprovechar y participar activamente en
esta cultura digital que es incipiente en nuestro país.
Digo ahora que es una cultura incipiente no
sólo por las limitaciones de infraestructura por la que en todos los colegios
se discute, sino por que no estamos formando más que para el uso de la
herramienta y no para el aprovechamiento al máximo de la misma. Es más, los
docentes no están formados para ello. En palabras de Alejandro Piscitelli, los
migrantes digitales, escasamente alcanzamos a comprender la magnitud de las
consecuencias que la cultura digital propone y por lo tanto, queremos limitar a
los nativos digitales a los pocos conocimientos o avistamientos que hemos
tenido.
Nuestra sociedad latinoamericana, muy
torpemente ha salido de la cultura oral para pasar a la lecto escritural, a
duras penas la conoció y de repente estaba en la era digital y en cada
paradigma se ha definido un eje central en la docencia y en la praxis, por lo
tanto en la didáctica, en este momento dicho eje es difuso. Nos centramos en la
productividad, en la respuesta eficaz y eficiente ante los
aprendizajes instrumentales, evaluamos capacidades y competencias
relacionadas con el manejo adecuado de las herramientas, pero poco tienen estos
jóvenes y niños sobre el procesamiento de la información y menos sobre la
generación de conocimiento.
En la era de la información en consecuencia,
estamos centrados en la acumulación de información, pero estamos lejos de
lograr una comprensión más elevada sobre la complejidad del procesamiento de la
misma y si bien el saber, el conocer y la información están ligados y son
decisivos para el desarrollo social por el que apostamos desde la educación
actual, la escuela sigue en mora de atender a esta tarea,
La realidad educativa demuestra que los
jóvenes vivencian relaciones e interacciones a través de las redes sociales, (en
primera instancia), el correo electrónico y la mensajería instantánea en
celulares y por internet, que transforman sus modos de comunicar, de ser
en relación. Internet es hoy para los
jóvenes una forma de comunicación, se utiliza como una extensión de su relación
entre pares y con la finalidad de mantenerse informados, básicamente sobre todo
aquello que es parte de su vida social y cotidiana, afirma María Teresa Quiroz, investigadora peruana.
Y continúa María Teresa enfatizando que estas
actividades mantienen al joven en la constante expectativa por información que
le provea actualidad, emoción e inmediatez, con las cuales se marca el resto de
su cotidianidad. Se sienten satisfechos
de poder acceder a la red y compartir estados de ánimo a distancia, expresar
aquello que cara a cara no pueden decir, jugar con sus identidades.
Estas experiencias de los jóvenes en relación
con la cultura digital, están ligadas estrechamente a relaciones de producción
y consumo que la sociedad de la información ha preparado cuidadosamente para
ellos, en sus configuraciones de espacio y tiempo que son distintas a las de la
escuela enraizada en una estructura social que no se transforma y por el
contrario limita estas prácticas.
La didáctica en la era digital tiene dos
miradas indudables, la inmersión en la cultura digital de manera transparente
en la que es connatural al proceso de enseñanza aprendizaje, que no es muy
claro sobre cómo lograrse en varios contextos nacionales, y la segunda mirada
es la “hipermediación” que se produce cuando todo el proceso gira entorno al
uso y al disfrute de la tecnología, la preocupación se centra en la
disponibilidad del recurso y cómo hacerlo evidente en el transcurso de cada
clase, más no en la producción que de él se logre.
Falta que desde la didáctica se interpreten
estas nuevas formas de relación – red, que se aprovechen y que se revelen como
renovadas configuraciones de las redes que morfológicamente la sociedad (Castelss:
2000) ha mantenido de modo que robustecidas con las tic, sean capaces de asumir
las complejas situaciones que se entretejen alrededor de la escuela, que
superan la ficción y exigen un rol más protagónico de la escuela. Es pertinente
resaltar este tiempo, más bien este reto como el más pertinente para asumir los
cambios de paradigmas, reformular los anquilosados y anacrónicos modos de
analizar las formas de enseñar, para realmente darle a la didáctica la
oportunidad de acercar el conocimiento a los jóvenes de la era digital, en un
momento en el que urge una respuesta desde la reflexión de la docencia que
parece quedarse en la era analógica.
Consideremos pues saberes que surgen de
experiencias rápidas y profundas aun en contra de nuestra tradición; que se dan
en relaciones extra escolares, en procesos quizá considerables como avances
científicos e importantes, aunque bajo
formatos no convencionales que cuentan con su propio lenguaje y que se
caracterizan por la hipertextualidad, como saberes que parecen girar a modo de
espirales donde no hay puntos de partida concretos, ni de llegada definitivos,
es más, donde se observan puntos sucesivos casi ininteligibles a nuestra mente.
En este mundo complejo y globalizado nada más obsoleto que la pobre concepción
de enseñar conceptos y no formas de desarrollar conocimiento, la
responsabilidad social de la educación en cuanto a la necesidad de producción
intelectual de calidad, está comprometida con romper las viejas formas y hace
más comprensibles las confusiones en las que surgen las nuevas formas del saber.
Durante las últimas décadas las TIC digitales
han cambiado las maneras de relacionarnos, de ser, de estar en el mundo y por lo
tanto, cambiaron profundamente las formas de enseñar y de aprender, de lo que
se desprenden una serie de cambios que nos llevan a la necesidad de un
desarrollo constante, a un cambio permanente de prácticas, de actitudes:
- Necesitamos
comprender que hay nuevas formas de acceder a la información y debemos
aprender a procesarla para que nuestro cerebro la considere relevante o
desechable.
- Las
herramientas digitales definen nuevas formas de procesar el pensamiento y
por tanto otros discursos, lenguajes y formas de relación.
- Muchos
procesos de pensamiento que antes eran preocupación de la didáctica y la
pedagogía, hoy han sido resueltos o apoyados por la tecnología facilitando
el acceso y la inclusión en muchos aspectos de la vida escolar.
- El saber-cómo (know-how)
y el saber qué (know-what), son complementados por el saber-dónde
(know-where), en tanto comprender dónde hallar el conocimiento requerido.
- La Web
permite el acceso a la información desde cualquier punto del planeta,
llevando a considerar el acceso a internet como el acceso al conocimiento
y se constata todos los días en las millonarias consultas a wikipedia.
- Es inminente
reconocer que la producción social de conocimiento está cambiando el eje
tradicional de la escuela como lugar privilegiado del proceso enseñanza –
aprendizaje, favoreciendo la educación no formal e informal y obligando a
la escuela a una reflexión permanente sobre sus planteamientos y
objetivos.
- La velocidad de la
obsolescencia tecnológica: (Ley de Moore), ha traído consigo la ley de
fibra que indica que cada nueve meses (el doble de Moore), se duplica la
capacidad de ampliar el ancho de banda de las fibras ópticas, lo que constituye
la infraestructura elemental de la comunicación en red. A la que se suma la
“ley del disco” según la que se establece que la capacidad de
almacenamiento en un soporte físico se duplica cada 12 meses y se
complementan estas con la “ley de la comunidad” o del contenido (en un
contexto en que éste tiende a ser producido con base en colaboración),
calcula que, cuando se elimina la distancia, el número de comunidades
virtuales que pueden surgir es proporcional a 2 elevado a la cantidad de
gente con acceso a la tecnología.
Ante estas actitudes que se nos pide sean renovadas, mejor,
transformadas en la cultura digital, es necesario también establecer que estas
leyes enunciadas son interactuantes no independientes y que en el mundo
cambiante en el que estamos la didáctica no puede quedarse en replicar a través
de nuevos aparatos, los mismos conocimientos, la realidad actual confronta la
educación con la sociedad, en temas cada vez más álgidos y profundos, más
complejos y urgentes ante los cuales tiene que dar una respuesta.
Para
el cierre
El aprovechamiento de estos efectos de la
cultura digital para fines comunes y más humanos, sumado a la inmensa capacidad
de innovación, reflexión, crítica, creación, que los jóvenes les imprimen para
darles vida, dan clara muestra de la magnitud que hoy toma cada idea
potencializada a través de la educación
en medio de esta cultura mediática-virtual-digital en la que vivimos.
Resumiendo lo dicho, si la didáctica se queda
en transmitir conceptos anquilosados, sin la dinámica a la que la vida real nos somete, no se
alcanzará ninguna meta educativa ni en el plan más tecnificado que se planee
pues no pasará de ser una clase transmitida por otro formato distinto, sin
vida, sin esperanza. Podría también considerar adaptarse y responder ante los
retos que este cambio de época le exige y mejorar un poco pero el contexto
actual exige cambios más profundos fundamentalmente en los contenidos y en la
actualización de los mismos, un flujo permanente de información, análisis,
crítica, creatividad y gestión de un conocimiento que comprenda la
participación, la producción colectiva, las inteligencias conectivas como
elementos claves en la educación pertinente que nos reclama la sociedad de hoy.
Son los jóvenes quienes, en medio de la
cultura mediática, virtual, digital, globalizada y compleja, pueden comunicar y
transformar la realidad que se muestra adversa en este cambio de época. Es
desde una mirada de joven que se debe estudiar y comprender ese nuevo ser
humano que se gesta en las instituciones educativas y desde esa misma vertiente
es que los docentes debemos retarnos a responder a esta realidad hiper o multi
mediática, transformante y transformadora.
Las inteligencias interconectadas, las
iniciativas de trabajo global en red sin límites de tiempo ni espacio, la
creación de nuevos lenguajes universales que superan barreras culturales que nos
dividen son muestra de lo que la
educación tiende a ser. Aunque será en vano cualquier intento si, por
un lado, no se rescata la posibilidad innata del ser humano de comunicar su
esencia a los otros, y por otro, no se aprovecha el potencial creativo,
innovador, crítico y, con seguridad, esperanzador, que hay en cada uno de los
que hoy constituyen la población estudiantil en cualquiera de sus modalidades.
Ante el panorama descrito anteriormente es
evidente que el ejercicio investigativo al que se llama al docente, obliga a
una inmersión en experiencias multidimensionales que puedan ser aplicables en
todo contexto, con miras al desarrollo de políticas educativas o planes
nacionales de educación que aprovechen las múltiples bondades de las TIC sin
perder de vista sus efectos colaterales, que reconozcan el valor de la docencia
en cualquier ciclo de la formación del ser humano desde la educación preescolar
y primaria hasta la formación permanente
y para toda la vida y que visualicen la comunicación como elemento primordial
de todo proceso educativo.
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casos, en Cultura Mediática Internet y Televisión, Crítica y creatividad.
Cartilla No. 5 CEDAL. Bogotá. Pág151
Comunicadora social, magíster en
docencia, coordinadora de la Red UNID, coordinadora de formación del Centro
de Comunicación Educativa Audiovisual – CEDAL. Docente investigadora y editora
de la revista Actualidades Pedagógicas de la Facultad de Educación de La
Universidad de La Salle, Bogotá. Colombia daysi.velasquez@gmail.com
[1]
Diré aquí que considero un documento relevante este conjunto de ensayos editados por el profesor Carlos Eduardo
Valderrama, para el DIUC, en el que participan autores internacionales muy
representativos, entre ellos Jorge Huergo:
Comunicación – Educación, coordenadas, abordajes y travesías.
[2] Buckingham,
2006: 67. Citado por Hidalgo
Jorge. “Nuevas expresiones de ciudadanía
en la Red: ciudadanía digital”. Aporte de GIRE en Ágora RIIAL.
http://www.riial.org/espacios/gire/gire02.php
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